El título de este post hace referencia a la fantástica película de Julie Andrews que todos hemos visto cientos de veces, y es un buen resumen de mis sensaciones al acabar mi última lectura, en una página podía estallar en carcajadas (de hecho me pasó en terrazas y en el metro), sonreír desde la más dulce de las ternuras, que se me escapara alguna lagrimita e incluso llorar a moco tendido hipando, todo junto y reunido en un libro.
¿Te gustan las novelas de terror? ¿Te gustan esas historias de familias con secretos escondidos? ¿Tienes alguna santita de la que seas devota? ¿Le pides a esta o al Universo que te ayuden a que haya “justicia divina”?
Carcoma de Layla Martínez, es todo esto y mucho más… todo lo que hayas leído sobre esta su primera novela no hace justicia, es mucho más que todo y debes leerla.
Hay un género del que suelo leer al menos 3 o 4 libros al año, es el ensayo. Cuando lo hago soy muy consciente que esa lectura va a ser más lenta, que va a requerir de mi concentración y de leer en momentos que tenga la mente bien fresquita y en modo esponja, en mi caso a primera hora de la mañana (normalmente es de 06:30h a 07:30h mi mejor hora de lectura alargándola un poco los fines de semana).
Es por eso que no leo tantos ensayos al año a menos que coincida que hayan varios de temáticas que me interesen, por eso los Nuevos Cuadernos de Anagrama son ideales, pequeñitos pero matones.
Uno de mis propósitos como lectora para este año, era adentrarme en la obra de Mariana Enríquez, obviamente he leído mucho sobre ella, mucho sobre sus libros, entrevistas, pero por falta de tiempo o por tener muchas lecturas acumuladas, aun no me había sumergido en sus libros.
Cuando me enteré que lanzaban una reedición de “Bajar es lo peor” que es su primera obra publicada en 1995, pensé que era el mejor momento para arrancar con ella.
Esta reseña de Cauterio, la última novela de Lucía Lijtmaer, me hace especial ilusión, porque Lucía ha pasado a ser desde hace algún tiempo, una de esas personas del panorama cultural necesarias en mi vida.
A veces hay cosas que duelen demasiado, sobre todo en cuanto a relaciones, y la única manera de sobrellevarlas y pasar página es quemándolo todo, haciendo que desaparezca para poder reconstruir a partir de esa destrucción, de esto, de cauterizar heridas de manera casi radical del pasado va Cauterio.
Fue un tiempo antes de la p*** pandemia cuando conocí a Lucía Lijtmaer, junto a Isabel Calderón por el programa y podcast Deforme Semanal, desde la época de “Abaissadors Ten” como diría Isabel.
Realmente no recuerdo ni cómo llegué a ellas, creo que por TW o viendo algo por RRSS, pero lo que sé es que pasaron a ser de mis Mesías Culturales, o mejor dicho, mis únicas Mesías Culturales que me han enseñado más que en años de carrera o profesión sobre un millón de cosas de la vida, cultura, música, feminismo, libros, películas y un largo etcétera, además de la mayoría de veces, morirte de la risa.
De ahí ya empecé también a escucharlas a ambas en sus respectivas colaboraciones en Rac1, descubrí las Reviews Fuertecitas de Isabel y me empapé de todo lo que habían hecho en el pasado, siguiendo todo lo que hacían en el presente.
Me enteré hace unos meses que Lucía iba a sacar una novela y aunque yo había leído hacía un tiempo el ensayo Ofendiditos y me encantó, pensé, “esta novela va a ser la hostia, te va a flipar”, como así ha sido.
Cauterio, según escuché en alguna entrevista a la misma Lucía comentar, es el libro que considera su primer libro, y menudo arranque, lo tiene todo.
En este libro se relatan paralelamente la historia de una chica anónima de Barcelona en el año 2014 y la de Deborah Moody en el siglo XVII, creando una serie de paralelismos entre una historia y la otra en temas como el amor, la traición, el fin del mundo, la huida del dolor, la autodestrucción y el empezar de 0.
Yo no tenía ni idea de quién era Deborah Moody, pero fue la mujer llamada la “mujer más peligrosa del mundo”, una mujer que tuvo que renunciar a su fe anabaptista (esto he investigado, y son los creyentes que creen en el bautismo en edad adulta, no en infantes, puesto que creen que ellos ya son seres santos y porque creen en el bautismo como una prueba de fe que los niños no pueden ejercer, por ejemplo, los amish son anabaptistas).
Deborah renunció a su fe, como decía, y se vio obligada a huir de Londres a Massachusets una vez viuda, y luego de ahí, por otros motivos huiría a Salem, esto es un resumen, muy resumen, pero la vida de esta mujer y toda la historia, lo listísima y avanzada que era para su época y lo bien que sabía relacionarse es fascinante, y además le sirvieron para salvar su vida.
La historia de la chica anónima de Barcelona en el 2014, podría parecer una historia de desamor más, pero la manera de que Lucía la narra es cruda, real, te hace meterte en la cabeza de ella y sentir totalmente todo lo que la invade, ¿quién no se ha regodeado en el dolor ante una ruptura?
La conexión que he tenido con las situaciones y lugares de la chica de Barcelona es la misma que siento con los libros de Miqui Otero, no sé, supongo que el hecho de ser contemporáneos todos, haber vivido unas circunstancias determinadas en la misma ciudad, los sitios comunes, hacen que esa conexión se materialice cuando leo y por ende me atrapen más las historias.
Tengo muchas páginas y párrafos enteros subrayados, como por ejemplo el principio de una y otra historia que me parecen brutales, o el capítulo 12 de la parte de la chica de Barcelona, mi preferido, donde se habla de la ruptura, de las sensaciones que ella tiene cuando siente que se ha acabado la historia con su novio, leyendo esa parte, podía sentir el dolor de ella en mi plexo, y esta frase: “limpio el suelo como limpio mi culpa: tarde, torpe y furiosamente”, bufff… lo escribo y afloran los sentimientos (esa culpa que tanto me gusta a mí).
Como todas mis lecturas, Cauterio tiene su BSO, y no podría ser otra canción que “Fade into You” de Mazzy Star, porque fue Lucía quien me la trajo de nuevo a mi vida después de añísimos, la puso en un DSIT, he intentado encontrar en cuál fue exactamente, pero no he sido capaz, así que desde aquí pido: si alguna concursanta me lee y sabe en cuál fue le agradeceré infinito que me lo diga por alguna vía.
“Fade into You” es una canción muy importante en mi vida, lo fue en su momento y lo ha sido cuando la reencontré, quizás hasta más que hace años, y desde entonces no deja de aparecérseme en los lugares más insospechados para bailarla sintiendo cada poro de mi piel <3
Os la dejo por aquí para que la disfrutéis
Evidentemente, una vez más voy a hacer APOLOGÍA, de Lucía porque es un referente para todas las mujeres, de Deforme Semanal y también de Isabel Calderón, porque es lo que necesitamos para culturizarnos sin parar y mantenernos fifas, y mucho de Cauterio, porque sé que ese libro le va a dar muchas alegrías a Lucía, y yo sólo quiero que siga regalándonos libros como éste en el futuro, por-fa-vor.
El primer libro que leí de Amélie Nothomb fue “Metafísica de los tubos” y de eso hace 20 años, en el 2001, sé que fue en ese año, porque es desde ese año que tengo apuntados todos los libros que he leído.
Ese año fue un año de muchos cambios en mi vida, cambios radicales y en parte, descubrir a Nothomb y volverme fan absoluta de todo lo que escribía también tuvo su parte de implicación en mi transformación.
Esta expresión es la que utilizo cuando algo me impacta mucho y me quedo reflexionando por horas o días, cucú.
Eso es exactamente lo que me pasó cuando Blackie Books envió 2 relatos de Julia Viejo en un mailing como adelanto al lanzamiento de En la Celda Había una Luciérnaga, no puedo explicar qué es lo que sentí al leerlos, sobre todo, La Fantasma, me pareció un relato tannn bonito… y además, al ver la preciosa portada del libro supe que lo iba a comprar y a leer de inmediato.
“Cuando eres demasiado joven, aún no sabes que la infelicidad es un insecto parásito capaz de clavarte su aguijón tan adentro que años después las heridas supuran cuando menos te lo esperas”
«Como una ola, tu amor llegó a mi vida, como una ola de fuerza desmedida…»
«Yo no maldigo mi suerte, porque minero nací, y aunque me ronde la muerte, no tengo miedo a morir…»
A que ¿sabríais continuar cantando cualquiera de estas coplas o al menos tararearlas? Si este género os gusta o interesa, la dibujante de cómics e ilustradora Carla Berrocal, acá @pintamonas nos acerca de una manera entretenida y amena a este universo con el cómic biográfico: “Doña Concha: la rosa y la espina”.